sábado, 7 de noviembre de 2009

(5)

Él también se asusta con tanto “no te asustes”
y se atreve a leer las palabras
de ella.
Se vuelve a asustar.

Ella lo nota, y acaricia su nuca
aunque él nunca se entere
ó ella nunca se entere
que ya es tarde
para no saber.

Él acepta su invitación
a esa Nada
a ese jugo de apio soso
ese almuerzo cena de platos vacíos.

Veremos qué estado del alma trae esto aparejado.
Y en el templo,

veremos qué hacer.

No hay comentarios: