lunes, 22 de noviembre de 2010

Soy tu miel

En suave lluvia de domingo primavera se chocan ella y él, en medio de charco te dejo pasar, ¡cuidado!, ella cae de la bicicleta naranja. Él, botella vino en mano espera entrar en puerta ajena, ofrece brazos y miradas a ella que cae, te levanto las cosas del canasto, creo que sangra tu rodilla. La caída-plena cruce de miradas destraba la cerradura, vivencia de la energía-a-borbotones, ella convertida en animé. “Agárrense de las copas!” inventa improvisa un desafinado voyer que espía con goce la escena de dos. Estados profundos del adentrismo, piensa ella, en voz alta. “El amor nos hace inventar verbos” inteligencia él. El sabio Mararú supuso el encuentro, vociferó: “Estos personajes son hablados, tan hablados que se la creen”, y sintió envidia. Ella, en sobredosis de placer ocular, susurra para que él no oiga “este es el principio (y el medio) de las cosas”. El corcel-bicicleta arrojado ahí, objetos abandonados ahí, no hace falta nada, no falta, llenura contingente soportable, encuentro. Renunciar: está bueno (renunciar, se las trae). Emprendimiento de viaje de a dos. “Tal vez me dé miedito subirme al elefante”. Ninguno se pre-ocupa. Se besan. “Soy tu miel”.

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